Con una sensibilidad que pone la piel de gallina y una autenticidad que atraviesa cada verso, Mafalda Cardenal se ha ganado un lugar especial en el corazón de su generación. Su música mezcla lo íntimo con lo universal, lo vulnerable con lo poderoso, y es capaz de hacerte bailar mientras se te cae una lágrima. Aunque comenzó queriendo ser “cantante de Spotify”, el escenario se ha convertido en su lugar favorito en el mundo. Y es que hay algo en ella que conecta sin filtros: ya sea con una canción que ayuda a cerrar una etapa, un ritual absurdo antes de salir a cantar, o una anécdota surrealista en un concierto de barrio.
¿Cómo estás gestionando este verano tan intenso? Tú misma dijiste que dejabas la playa, pero que ibas a estar encima de los escenarios. Y no de pocos, precisamente…
Total, ¡es un no parar! La verdad es que es una locura… A veces lo pienso y digo: “¿Cómo puede ser que esta sea mi vida?”. Si me lo llegan a decir hace dos años, incluso hace uno y medio, no me lo habría creído. Pero bueno, estoy muy agradecida. Estoy teniendo la suerte de estar en varios festivales, de conocer gente increíble y lugares nuevos. Poder cantar delante de tantas personas es una auténtica pasada. Y sí, a veces echo de menos ir a la playa, claro, pero siempre intento sacar algún huequito para ir a la piscina o desconectar un poco. No me quejo, la verdad.
Tu vida ha cambiado muchísimo. Tienes 23 años y ya eres una artista con una carrera muy visible. ¿Echas de menos ese anonimato que tenías antes? ¿Ves la vida de tus amigos y piensas “igual me gustaría vivir eso”?
A ver, el anonimato como tal… no tanto, porque tampoco soy de esas personas ultra conocidas. Puedo ir tranquilamente por la calle, ir a un restaurante… Lo máximo que me pasa es que me piden un par de fotos, y además me hace muchísima ilusión. Nunca dejarán de emocionarme este tipo de gestos.
Pero sí que es verdad que a veces veo la vida de mis amigos y pienso: “Oye, qué paz, ¿no?”. Ellos van a una oficina, luego vuelven a casa y desconectan. Para ellos, es más fácil separar el trabajo de la vida personal. En mi caso, eso es mucho más complicado, porque lo que soy como artista está muy ligado a lo que soy como persona. Pero no cambiaría mi vida por nada. Estoy feliz, siento que tengo una suerte tremenda por poder dedicarme a lo que me gusta, y ojalá pueda seguir pensando así muchos años más.
¿Cómo te encuentras creativamente ahora mismo? ¿Estás componiendo, explorando nuevos sonidos…?
Estoy en un punto muy tranquilo. No diría que estoy bloqueada, para nada, simplemente me estoy dando un poco de tiempo para descubrir qué sonido quiero explorar en lo próximo. El día que me apetece, cojo la guitarra, compongo un par de cosas… pero sobre todo intento no presionarme. Al final, siempre tengo algo que contar, porque me encanta hablar y compartir lo que siento.
¿Tuviste algún referente musical de pequeña? ¿Con quién te gustaría compartir escenario?
¡Buf! Siempre me cuesta responder a eso porque nunca me sale un nombre así de primeras. Pero mira, el otro día conocí a Melendi… ¡y fue muy fuerte! Me puse nerviosísima. Fue como un “shock”, porque me di cuenta de que lo había admirado muchísimo de pequeña, y que me sabía todas sus canciones.
Así que sí, te diría Melendi. También Alejandro Sanz: en mi coche siempre había tres discos, y uno era suyo, así que me lo sé de memoria. Y claro, también te diría Taylor Swift (se ríe). En realidad, me hace ilusión compartir escenario con cualquier artista que quiera invitarme. Y si encima es con amigos, pues mejor todavía.
Ahora que está tan de moda llenar estadios —como Lola Índigo, por ejemplo—, ¿tú tienes en mente algún escenario soñado? ¿Te ves llenando un gran recinto?
A ver, hemos hecho mi primera gira por España y ha sido una experiencia preciosa. Eran salas con 300 personas, pero eran 300 personas que se sabían cada letra, cada canción. Eso es mágico.
Obviamente, a todos nos encantaría llenar un estadio, pero no es algo que tenga muy presente ni que me obsesione. Soy muy de vivir el día a día muy tranquila. Y creo que también influye que mi sueño nunca había sido ser cantante. Todo esto me ha venido un poco de sorpresa. Siempre lo veía como una fantasía, algo inalcanzable. Así que ahora me lo tomo con calma. Si algún día llega lo de llenar un estadio, pues genial, pero no es una meta que me marque a corto plazo. Son cosas que, si tienen que pasar, pasarán.
¿Llegaste a estudiar algún ciclo o carrera antes de dedicarte a la música por completo?
Sí, terminé la carrera. Estudié Administración de Empresas y la acabé entera. Hice mis prácticas y todo. Siempre tuve claro que, si empezaba una carrera, la iba a terminar. Y la verdad es que me da muchísima tranquilidad tener ese “plan B”. Esto de la música da muchas vueltas. Tener una alternativa tan real y accesible me permite vivir esta carrera con más calma. Puedo pensar, por ejemplo: “Este verano me lo tomo con más tranquilidad, no hace falta que me ponga a escribir el segundo disco ya”. Hay que relativizar, porque al final, aunque la música sea algo especial, no deja de ser un trabajo como cualquier otro. Distinto, sí, pero un trabajo. Y tener esa base me ayuda mentalmente, sobre todo.
¿Os imponen plazos para entregar canciones o depende del proyecto?
Depende. Cuando era independiente, todo lo decidía yo. “Tu fan”, por ejemplo, la lancé siendo completamente independiente. Nadie quería que la sacara porque era una balada y me decían que no iba a funcionar. Pero yo creía en esa canción, la saqué, y al final funcionó.
Ahora, estando con una discográfica como Sony, sí que hay un poco más de planificación, pero nunca me han impuesto nada. Me han propuesto cosas, pero la última palabra siempre la tengo yo. Si quiero sacar un disco físico, claro, ahí sí hay fechas cerradas porque hay que entregarlo con tres meses de antelación. Pero en general todo se decide en conjunto, en reuniones donde participamos todos, y siempre se llega a un consenso. Nunca me han dicho “tienes que sacar esta canción tal día” sin más. Estoy feliz con el equipo que tengo, porque todo se construye desde la colaboración.
Precisamente, cuando sacaste Tu fan se generó un boom y todo el mundo empezó a ponerte cara, voz, y a cantar tu canción. ¿Cómo viviste ese momento?
La verdad es que fue una locura y estoy súper agradecida, siempre le estaré muy agradecida a esa canción… y a ese ex que me inspiró a componerla [ríe]. En aquel entonces, yo ya tenía un repertorio bastante amplio. Antes de Tu fan había sacado unas diez u once canciones. De hecho, ya había dado mi primer concierto y había estado en el Arenal Sound incluso antes de que existiera este tema.
Por otro lado, es verdad que me pilló de sopetón, pero no completamente desde cero. Ya tenía un equipo de management, los cuales siguen conmigo hoy. Ellos me ayudaron muchísimo a entender cómo funcionaba todo esto y me asesoraron muy bien. Así que al final, creo que rodearme del equipo adecuado fue clave para gestionar todo lo que vino después de la mejor manera posible. Si hubiera estado sola, sin saber por dónde tirar, habría sido mucho más difícil.
Hay una cosa que quizás no te preguntan mucho, pero voy a ir directa: ¿cómo puede ser que todas tengamos el mismo ex? Lo que cuentas en esa canción es algo que muchas hemos vivido.
Totalmente. Lo fuerte es que al principio me daba un poco de miedo sacarla, porque la sentía como algo muy personal. Siempre que te rompen el corazón piensas que eres la persona más triste del mundo, que eso solo te está pasando a ti. Me costó mucho publicarla por ese miedo de: “¿y si soy la única loca a la que le pasa esto?”
Pero por suerte entendí que no era así, y me tranquiliza mucho que me digas esto. Ya había superado esa ruptura cuando salió la canción, de hecho tardé bastante en sacarla precisamente por ese temor. Me ayudó a relativizar y a entender que el desamor es universal. Al fin y al cabo, a todas y todos nos han roto el corazón.
Después de esa ruptura, ¿dirías que las siguientes te dolieron menos o de otra manera?
Sí. Esa vez me rompieron el corazón de verdad. Yo era muy ingenua y lo pasé fatal. Y eso que soy una persona muy feliz, de hecho, me doy rabia a mí misma cuando estoy triste [ríe]. Pero me acuerdo perfectamente de estar en plan: “me lo paso genial con mis amigas, pero luego vuelvo a casa y estoy triste”.
Nunca me ha vuelto a doler de esa manera. Creo que de todo se aprende. He espabilado. Y lo que digo en la canción es cierto: yo tenía a esa persona en un pedestal y él a mí no. Después de eso, no he vuelto a poner a nadie en un pedestal. Entendí que idealizaba mucho a las personas que me gustaban y luego pensaba: “tampoco eres para tanto… y yo tampoco soy tan poco”. Me ayudó mucho a verbalizar cosas que quizás no había terminado de procesar.
Eres muy pasional, ¿verdad?
Sí, soy muy intensa, lo reconozco. Pero creo que es algo positivo. Siempre lo digo: me voy a pegar la torta, pero al menos disfruto mucho el camino hacia ella. Eso sí, en mi día a día no soy pesada. Con mis amigas, por ejemplo, no cuento mis dramas todo el rato. Creo que precisamente por eso escribo canciones: lo suelto todo en las notas del iPhone y ya me quedo más tranquila. Toda esa intensidad la canalizo ahí.
Después de Tu fan llegó otra canción que también tuvo mucho impacto: No estábamos juntos. Muchos decían que era como una segunda parte. ¿Lo ves así?
Podría ser, aunque en realidad No estábamos juntos no va sobre mí. Es de las pocas canciones que he escrito inspirándome en otra persona. En este caso, pensé en una amiga que estaba pasando por algo similar y me salió como un grito de: “amiga, date cuenta”.
A mí me ayudó mucho ver mi propia situación reflejada en una canción, así que pensé: a ver si consigo hacerle abrir los ojos. No sé si fue por la canción o no, y tampoco sé si ella sabe que es sobre ella… pero bueno, ya no está con ese chico y yo feliz, porque era un inútil y la trataba fatal [ríe]. Al final, ver tu situación desde fuera ayuda a poner límites.
¿Qué pides tú en una relación? ¿Cómo imaginas a tu pareja ideal?
Pues quiero una persona normal, la verdad. No pido mucho. Solo que me den la importancia que creo que merezco. Y, por supuesto, no pido nada que yo no esté dispuesta a dar. Para mí, una relación tiene que ser 50/50. A veces uno puede más y da un poco más, y otras veces el otro. Pero tiene que estar equilibrado. En cuanto se vuelve unilateral, es cuando las cosas se tuercen. Y eso fue lo que me pasó con la relación que inspiró Tu fan.
Esa explosión emocional que generó Tu fan ahora también la vemos reflejada en las miradas de la gente que escucha tu nueva canción, En mi balcón. Estás compartiendo vídeos preciosos de personas que se entregan por completo a ella. ¿Qué significa para ti esta canción?
En mi balcón es muy especial. Tu fan era una canción de despecho y desamor total. Sí soy [ríe]. Pero En mi balcón es una canción de amor. Y está funcionando genial en TikTok. Me escribe mucha gente diciendo: “Tu canción me pone feliz”. Y eso es nuevo para mí. Con Tu fan me decían que les ayudaba a superar rupturas, pero nadie me había dicho antes que una canción mía les hacía felices.
Además, ver que cada persona la hace suya es precioso. Yo la escribí pensando en mi pareja, pero hay gente que se la dedica a su perro, a sus abuelos, a sus amigos… Me parece monísimo. Me hace mucha ilusión que funcione una canción mía que no sea de desamor [ríe].
Ahora queremos conocer el lado de Mafalda en el escenario. ¿Eres supersticiosa?
A ver, no sé si llamarlo superstición, pero uno de mis compañeros, Carlos, está calvo, y antes de salir al escenario siempre le doy un beso en la calva. De hecho, cuando no está, me manda una foto por WhatsApp para que lo haga a distancia [ríe]. Es como un ritual divertido, pero si algún día se me olvida, no pasa nada. No soy nada supersticiosa en general y tampoco me pongo nerviosa.
¿No sientes nervios mientras actuas?
No. Por ejemplo, cuando hicimos La Riviera, que era mi segundo concierto en Madrid, pasamos de la Moby Dick —unas 300 personas— a 2.000. Y ahí sí que pensé: “Guau”. Ver a tanta gente coreando las canciones desde el principio fue increíble. Pero por lo general, cuando estoy en el escenario, me lo paso bien. Es como si estuviera cantando en el salón de mi casa. No me pongo esa presión de: “Hay muchísima gente”.
¿Y te ha pasado alguna vez que venga un ex a un concierto tuyo?
Sí, claro. Suelo llevarme bien con ellos, salvo con alguno puntual. Pero sí, ha pasado, y es bastante meme, la verdad. A veces los señalan desde el público y yo me río. Si en ese momento canto una canción de desamor, al principio puede ser un poco shock para ellos, sobre todo cuando no me dedicaba aún profesionalmente a esto. Pero nadie me ha dicho nunca nada negativo, más bien todo lo contrario.
Por último, ¿qué es lo más loco que te ha pasado durante un concierto?
Hace poco dimos un concierto en las fiestas de Moratalaz. Hacía muchísimo calor y, al terminar de cantar, una niña se desmayó por una bajada de tensión. Yo no la vi en ese momento, fue después del concierto cuando mi mánager vino corriendo y me dijo: ‘¡Hay una niña en una camilla que quiere hacerse una foto contigo!’ Y yo pensé: ‘¿¿Qué??’ Salí corriendo y, efectivamente, me hice una foto con ella mientras la estaban atendiendo los del Samur. Nunca me había hecho una foto con alguien entrando en una ambulancia. Por suerte, ella estaba bien, simplemente fue el calor. Me reí después, claro, porque fue una situación muy surrealista. Pensé: ‘Esto no me lo esperaba cuando vine a cantar a las cinco de la tarde’. Fue bastante meme, la verdad.