Después de un tiempo en pausa, el artista vuelve con nuevos sonidos, ideas frescas y una conexión renovada con su pasión. Hablamos con él sobre el proceso creativo, la salud mental, el reto de ser artista 360 y sus deseos para lo que queda del año.
¿En qué momento te encuentras ahora mismo y qué nuevos proyectos tienes entre manos?
Estoy muy bien, la verdad. Ahora me encuentro en una etapa de volver a sacar música con fuerza. Estuve un año parado, sin publicar nada, aunque seguí componiendo. Hace casi un año firmé con un nuevo equipo y estoy muy contento. Desde entonces he estado lanzando canciones cada mes, explorando nuevos estilos, conociendo más gente… Estoy en un punto donde vuelvo a sentirme conectado con la música. Antes me sentía bastante bloqueado.
Has mencionado que ahora estás explorando nuevos estilos y formas de hacer música. ¿Dirías que este proceso te ha ayudado a reencontrarte con tu esencia artística?
Totalmente. Estaba en un punto en el que no me sentía representado por lo que hacía. Por eso decidí parar, seguir componiendo, pero sin presión. Me iba al campo con una mesa, un ordenador, la guitarra… y probaba nuevas formas de escribir. A partir de ahí surgieron estilos distintos, y cuando me sentí preparado, volví con todo más claro. Ese parón me dio una perspectiva muy necesaria.
¿Cómo viviste ese momento de bloqueo creativo? ¿Es difícil gestionarlo cuando llevas años dedicándote con pasión a la música?
Sí, y más cuando es la primera vez que te pasa. Sentía que tenía el síndrome del impostor, que no sabía si debía seguir o parar. Pero entendí que debía escucharme. Me alejé un tiempo del ritmo de publicar constantemente y me dediqué a crear sin expectativas. Eso me ayudó a volver a disfrutar del proceso y, sobre todo, a recuperar la autenticidad.
¿Te resulta fácil componer? ¿Cómo afrontas la temida “hoja en blanco”?
No diría que es fácil, pero sí que lo disfruto mucho. Nunca me lo he planteado como algo difícil porque me sale de dentro. Cuando me bloqueo, cambio de instrumento o de dinámica: paso del piano a la guitarra, o empiezo por un sample. Como también produzco, tengo distintas puertas para entrar en una canción.
¿Te inspiras más en vivencias personales o en las historias de otras personas?
Antes escribía más desde fuera, observando a los demás: relaciones, historias cotidianas… Pero después de esa etapa de parón, empecé a escribir más sobre mí. Y descubrí que en los momentos difíciles es cuando salen las canciones más sinceras. Hay una profundidad emocional que no aparece cuando estás en un estado más neutro.
Has dicho una frase muy potente: “La buena música sale en los momentos difíciles”. ¿Lo crees de verdad?
Sí, aunque no quiero generalizar. Pero en mi caso, cuando estoy mal, salen ideas que jamás surgirían en un momento feliz o estable. Hay una verdad en esos momentos que se transforma en música.
¿Dirías que la música actúa como una especie de terapia para ti?
Sin duda. Para mí, es el mejor psicólogo que existe.
Y cuando estás triste, ¿prefieres escuchar música melancólica o algo que te levante el ánimo?
Escucho música triste, sin duda. Me encanta el folk americano, la música inglesa melancólica… Billie Eilish ha sido mi artista más escuchada durante cuatro años, por ejemplo. No lo hago para recrearme en la tristeza, sino porque me ayuda a reflexionar y conectar con lo que siento.
Recientemente te hemos visto en los escenarios. ¿Tienes alguna rutina o manía antes de salir a actuar? ¿Eres supersticioso?
No diría que soy supersticioso, pero sí muy perfeccionista. En mis shows me encargo de todo: el sonido, la mezcla, la producción. Me llevo mi mesa de mezclas, todo automatizado. Quiero que cada detalle esté perfecto, y eso a veces me juega en contra porque tengo que estar pendiente de muchas cosas además de cantar. Por suerte, cuento con Edu, que toca batería y guitarra, y me alivia bastante en directo.
¿Sientes nervios antes de actuar? ¿Te consideras una persona tímida?
Tímido no soy, pero sí hay nervios antes de salir. Siempre hay una sensación interna difícil de explicar. Pero en cuanto piso el escenario y empieza la primera o segunda canción, desaparece todo. Te metes en el show y te olvidas de los nervios.
Uno de tus últimos temas se titula “12:12”, una hora cargada de simbolismo. ¿Por qué elegiste ese nombre?
Salió de forma bastante natural. Tenía una parte de la canción que no me convencía, y decidí rehacerla. Mientras escribía de nuevo, surgió esa frase con el “12:12” y me resonó mucho. Además, tengo una conexión especial con el número 1221, también considerado angelical. Me pareció un nombre diferente, con fuerza, y decidí quedármelo. Incluso para redes es interesante, por lo distintivo que suena.
Hoy en día, los artistas deben ser perfiles multidisciplinares: cantar, componer, producir, moverse en redes… ¿Cómo llevas esta parte más digital y promocional?
Mal (ríe). Lo intento, pero no doy ni el 100%. Me cuesta mucho, aunque sé que es necesario. Estoy buscando a alguien que me ayude con esta parte porque entiendo que hoy en día, sin redes, es muy difícil llegar a más gente, vender entradas o tener visibilidad. Pero no es mi fuerte.
Volviendo a lo simbólico de “12:12”, se dice que es el momento de pedir un deseo. ¿Qué le pides tú a lo que queda de año?
Salud, siempre. Para mí y para los míos. Y que la música siga su camino, que todo vaya más o menos como lo tengo planeado. También estoy empezando en el mundo de la música para cine y me encantaría que eso creciera. Me transmite mucha paz.
¿Cómo estás viviendo este acercamiento al cine y la composición para imagen?
Me encanta. Es muy distinto y me hace sentir cómodo porque no tienes que estar dando la cara todo el rato. Me gusta estar en el estudio, creando con calma para un corto, un anuncio… Es terapéutico, como cocinar.
¿Y cocinar se te da bien?
Me encanta.
¿Te veremos en MasterChef entonces?
(Ríe) Quién sabe.
Imaginemos que volvemos a hacer esta entrevista dentro de diez años. ¿Cómo te gustaría estar?
Sano. Y con los pies en la tierra. Es algo que tengo muy presente. Me han educado así y creo que, aunque me vayan bien las cosas, no se me va a subir a la cabeza. Conozco a personas a las que les ha pasado y es muy feo ver cómo cambian.
Hace poco compartiste escenario con Residente. ¿Cómo gestionas momentos así de grandes, sin perder el norte?
Fue antes de él, pero sí, compartimos escenario. Es una barbaridad. Pero justo Residente es un ejemplo de humildad. Representa la realidad, no la soberbia. Si alguien se le sube el ego por vivir algo así, quizá este no es su sitio. Yo intento mantenerme firme en eso.
¿Y con qué artista sueñas compartir escenario en un futuro?
Uf… hay muchos. Pero sin duda, hacer un show conjunto con alguien que admire profundamente sería increíble.